04.06.09 -J. L. D.| LOGROÑO
El juez considera los hechos un delito de atentado, pues los agentes, debidamente uniformados, representaban en ese momento a la autoridad
El magistrado titular del Penal número Uno ha impuesto una condena de un año de cárcel a un hombre que desobedeció las órdenes de dos guardas forestales del Gobierno riojano, debidamente uniformados y con las acreditaciones en las que hacían constar su condición, con quienes se encaró abiertamente.
El acusado se encontraba el pasado 25 de febrero en el paraje conocido como 'Villarrica de San Asensio', cuando pasaron por el lugar en el vehículo oficial los dos agentes forestales, a uno de los cuales conocía por haber estado días antes con él y con un técnico de la Comunidad Autónoma cuando procedía al deslinde de una finca catastrada a nombre de la CHE, colindante con una del acusado, quien mantenía sus discrepancias a este respecto.
El encausado y los guardas aparcaron sus respectivos vehículos, y acto seguido se inició una acalorada discusión en la que el hoy condenado comenzó a gesticular contra los guardas, especialmente con uno de ellos, al que «agarró en varias ocasiones por la pechera de la camisa, a la vez que con el puño cerrado hacía gestos amenazantes y le dirigía algunos insultos».
En vista del cariz que tomaban los acontecimientos, el otro guarda intentó en varias ocasiones establecer contacto telefónico para pedir la presencia de la Guardia Civil, que en un primer momento resultaron fallidos por la escasa cobertura. Pero mientras esto sucedía, el acusado subió a su vehículo e intentó marcharse sin esperar la llegada de los agentes de la Benemérita y el guarda forestal se puso delante para impedir su fuga.
Pese a ello dio hasta tres acelerones para disuadir al miembro de la guardería forestal, en uno de los cuales tuvo que asirse al coche para no caer al suelo. Finalmente hubo de apartarse y dejar vía libre al vehículo con el que el acusado se alejó del lugar.
La resolución considera estos hechos constitutivos de un delito de atentado, pues «se trata de agentes de la autoridad en el ejercicio legítimo de sus funciones», que vestidos de uniforme «desarrollaban en ese momento funciones específicas propias de su condición».
El acusado se encontraba el pasado 25 de febrero en el paraje conocido como 'Villarrica de San Asensio', cuando pasaron por el lugar en el vehículo oficial los dos agentes forestales, a uno de los cuales conocía por haber estado días antes con él y con un técnico de la Comunidad Autónoma cuando procedía al deslinde de una finca catastrada a nombre de la CHE, colindante con una del acusado, quien mantenía sus discrepancias a este respecto.
El encausado y los guardas aparcaron sus respectivos vehículos, y acto seguido se inició una acalorada discusión en la que el hoy condenado comenzó a gesticular contra los guardas, especialmente con uno de ellos, al que «agarró en varias ocasiones por la pechera de la camisa, a la vez que con el puño cerrado hacía gestos amenazantes y le dirigía algunos insultos».
En vista del cariz que tomaban los acontecimientos, el otro guarda intentó en varias ocasiones establecer contacto telefónico para pedir la presencia de la Guardia Civil, que en un primer momento resultaron fallidos por la escasa cobertura. Pero mientras esto sucedía, el acusado subió a su vehículo e intentó marcharse sin esperar la llegada de los agentes de la Benemérita y el guarda forestal se puso delante para impedir su fuga.
Pese a ello dio hasta tres acelerones para disuadir al miembro de la guardería forestal, en uno de los cuales tuvo que asirse al coche para no caer al suelo. Finalmente hubo de apartarse y dejar vía libre al vehículo con el que el acusado se alejó del lugar.
La resolución considera estos hechos constitutivos de un delito de atentado, pues «se trata de agentes de la autoridad en el ejercicio legítimo de sus funciones», que vestidos de uniforme «desarrollaban en ese momento funciones específicas propias de su condición».
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