Miguel Trossero, experto en usos energéticos de la madera de la FAO, y Álvaro Picardo, miembro de la Sociedad Española de Ciencias Forestales (SECF), han coincidido en resaltar en el 5º Congreso Forestal Español las potencialidades de la biomasa forestal con fines energéticos, que si se aprovechara al máximo en España podría aportar el 75% de la demanda eléctrica que cubre ahora el parque nuclear. Miguel Trossero y Álvaro Picardo no han parado de ofrecer datos y cifras que hablan de las posibilidades reales que tiene la bioenergía basada en la industria forestal. El primero, que solo se aprovechan 20 millones de metros cúbicos de madera al año, cuando la cifra podría alcanzar, con una explotación sostenible, los 50 millones. Este escaso 40% contrasta con la media del 65% que presenta Europa. “Si se aprovecharan los 30 millones de metros cúbicos restantes, la energía generada supondría el 75% de la que produce la nuclear al año en España”, sentenciaron ambos.
Los dos expertos han mantenido un encuentro con la prensa esta misma mañana en el marco del 5º Congreso Forestal Español, que se celebra del 21 al 25 de septiembre en Ávila, para responder a tres preguntas fundamentales: ¿hay posibilidad de obtener madera para usos energéticos?, ¿cuánta se puede llegar a extraer con los medios actuales? y ¿se puede poner en el mercado y ser competente con otros combustibles? Sí a todo, y con argumentos, pero también solicitando colaboración.
Un PER cicatero con la biomasa forestal
Para Miguel Trossero, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “uno de los grandes retos del sector forestal español es apostar por este tipo de producto, que requiere de políticas adecuadas e incentivos y ayudas para aprovechar este potencial”. Álvaro Picardo, experto en biomasa forestal de la SECF, aclaró que “en España disponemos de políticas y planificación, pero esto no despega y es imprescindible darle un impulso, porque el Plan de Energías Renovables es un poco cicatero en las ayudas a este tipo de producto energético”.
Menos dudas hay sobre la rentabilidad y competitividad de los combustibles forestales. Para Álvaro Picardo, además de las ventajas ambientales derivadas del balance nulo de emisiones y fijación de CO2, la bioenergía “permite un ahorro considerable en la factura de combustibles para calderas familiares o de comunidades de vecinos, entre el 30 y el 40% con respecto al gasoil, y encima es una magnífica herramienta de creación de empleo, principalmente rural”.
A la hora de enumerar las ventajas sociales y económicas, ambos volvieron a sacar las calculadoras: un millón de toneladas de madera que sustituya al petróleo genera 4.000 nuevos puestos de trabajo; de ellos 1 es en la planta generadora y 3 en la gestión y obtención del recurso en el monte. Uno y otro coincidieron en afirmar que “producir la misma energía con biomasa o con petróleo supone un 25% menos de inversión y crea de 5 a 10 puestos de trabajo permanentes”. Para Miguel Trossero “es una oportunidad de transferir inversiones al mundo rural y no al exterior, con la compra de combustibles fósiles más contaminantes, como el petróleo”.
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