I. MOURE. PALMA. A primera vista, constituyen un elemento pintoresco, gracioso e inofensivo del paisaje montañoso mallorquín, que atrae las miradas de los turistas. Pero, en la práctica, son unos depredadores implacables de territorio. Las cabras asilvestradas (conocidas como bordes) suponen un "perjuicio" para el medio forestal, según recuerda la conselleria de Medio Ambiente del Govern, que promueve un plan de control de esta población. En 2009, se han eliminado 3.925 ejemplares, una cifra parecida a la de años anteriores.
El director general de Medio Forestal y Protección de Especies, Pere Ramon, detalla que el plan de control se realiza en fincas públicas propiedad del Govern y el Consell. En las primeras, este año, se han capturado 1.257 cabras, mientras que en fincas que posee la institución insular se han exterminado 154 ejemplares, una operación en que colabora la asociación de cazadores de caza mayor, siempre bajo la supervisión de agentes medioambientales para garantizar un mayor control.
Cotos de caza
La cabra salvaje puede ser cazada también en aquellos cotos que cuenten con una autorización especial previa por parte de la conselleria de Medio Ambiente. Se trata de los de La Victòria (Alcúdia), es Teix (Sóller), Formentor, Cala Murta y Ternelles (Pollença).
Según los datos facilitados por Medio Forestal y Protección de Especies, a través de esta vía, se han eliminado 2.514 ejemplares. "Existe un exceso de población que el territorio no puede asumir. Causan un perjuicio al medio forestal. Son unos depredadores de árboles, provocan erosiones e impiden la reproducción natural de la vegetación", argumenta Ramon, quien recuerda que la especie dañina desde el punto de vista medioambiental es la cabra de origen doméstica que se ha asilvestrado recientemente, y no debe confundirse con la típica cabra salvaje mallorquina o fina.
En zonas residenciales
Este año, ha continuado también la campaña de control impulsada por la Conselleria para evitar las molestias y situaciones de riesgo que causan estos animales asilvestrados en los alrededores de zonas residenciales de la isla, sobre todo durante la temporada estival en las situadas cerca de la Serra de Tramuntana.
Con la llegada de las altas temperaturas, este tipo de cabras tiende a abandonar su hábitat natural en la montaña –donde la sequía hace más difícil las posibilidades de encontrar alimento– para adentrarse en núcleos urbanos en busca de sustento.
Una vez instalados en el nuevo entorno, pueden llegar a ocasionar molestias a los vecinos –invadiendo sus jardines, por ejemplo– o graves riesgos para la circulación, al atravesar carreteras.
En este caso, la campaña de control prescinde del uso del rifle, al tratarse de zonas habitadas. Para la captura, se opta por medios más tradicionales en Mallorca, como la modalidad de caza con perros y cuerdas. En verano de 2008, el número de ejemplares cazados con este sistema1 fue de casi un centenar y este año, según indica el director general de Protección de Especies, el número de capturas ha sido parecido.
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