La pérdida de más de 65.000 habitantes del interior en el último siglo ha motivado el abandono de cultivos y ha multiplicado los incendios forestales
Un total de 83 municipios del interior de la provincia de Castelló han perdido más del 50% de su población en los últimos 100 años debido a un éxodo rural hacia la costa que, además de provocar un cambio sin precedentes en la relación del hombre con la naturaleza, ha supuesto un abandono de parcelas que pone en peligro la supervivencia de las masas forestales.
La peregrinación demográfica ha sido tal que algunos pueblos de la provincia han visto reducir su censo de habitantes hasta en un 97% entre diciembre de 2010 y diciembre de 2008. En el último siglo, la población de los 83 pueblos más afectados por este proceso demográfico ha pasado de 103.000 a 37.000, lo cual supone una pérdida de más de 65.000 habitantes.
Vallibona, Castellfort, Castillo de Villamalefa, Cervera, Ares del Maestre, Cirat, Cortes de Arenoso, Ludiente o Sot de Ferrer son sólo algunos nombres de pequeñas localidades que luchan por sobrevivir después de ver cómo sus jóvenes partían hacia la costa en busca de nuevas experiencias y oportunidades.
Las segundas residencias y las visitas vacacionales suponen una bombona de oxígeno para que ni estos pueblos ni su cultura queden relegados al olvido, pero lo cierto es que son muchos los que han fracasado en el intento.
En el plano ambiental, el abandono de las tierras que en otro tiempo fueron cultivadas ha desatado fenómenos que suponen una seria amenaza para la conservación de los espacios boscosos de las comarcas castellonenses. La mano del ser humano multiplicó la fertilidad de unas tierras que al dejar de cultivarse han acelerado el crecimiento desordenado de otras especies arbóreas y arbustivas.
Los expertos advierten que esta repoblación, que pudiera parecer beneficiosa, ha multiplicado el riesgo de incendios forestales y está acelerando un proceso de desertización. Un primer incendio incluso puede propiciar una renovación y regeneración natural del monte. Sin embargo, un segundo fuego en la misma zona puede suponer la pérdida de la tierra e iniciar un proceso de desertización que se agrava con las lluvias. En pocos años, el suelo fértil de muchos montes se transforma en roca inerte. Este es uno de los problemas que amenazan los bosques de Castelló y así lo explica uno de los ingenieros de montes más veteranos de Castelló, Julio García Rojo, que trabajó durante más de tres décadas para el ICONA en el cuidado de los montes de la provincia. «El abandono de los montes ha hecho que crezcan zonas impresionantes de pinos, por ejemplo, porque las tierras habían sido trabajadas durante años. Pero la vegetación está tan junta y tan descuidadas que el riesgo de incendios es altísimo y, después de dos incendios, la masa forestal desaparece. Las consecuencias son gravísimas».
García Rojo explicó que la cercanía del mar y las condiciones de humedad han convertido históricamente Castelló en «una zona muy apta para el cultivo con un crecimiento de vegetación extraordinario, por encima de la media».
Sin embargo, este veterano ingeniero ha sido testigo de una degradación sin precedentes debido a la urbanización masiva, el abandono de los cultivos de montaña y el escaso cuidado de las zonas de monte. No en vano, sólo 64.000 de las 393.000 hectáreas forestales de la provincia están gestionadas y tuteladas por las Administraciones públicas, lo cual supone un porcentaje de menos del 17% del total registrado por el Catastro. La cifra de hectáreas quemadas se eleva a 203.000
Antes de la transferencia de competencias a las comunidades autónomas, la legislación exigía a los propietarios una repoblación mínima financiada con su propio bolsillo o a través de consorcios con la Administración.
Sin embargo, la legislación actual no mantiene esta exigencia a los titulares de los terrenos y el abandono progresivo del interior ha motivado que decenas de parcelas sean incluso difíciles de censar o de propietario desconocido.
A juicio de expertos como García Rojo, la despoblación del interior de Castelló está directamente vinculada con la pérdida paulatina de masas forestales y con la actual crisis económica de sistema. «Castelló, una provincia que siempre ha destacado por sus masas boscosas y por la calidad de sus montes, está perdiendo sus montes. Y lo paradójico es que el sistema socioeconómico ahora hace que se desaprovechen muchos recursos naturales con los que antes vivían las familias. Las parcelas que antes eran suficiente para vivir ahora están abandonadas y la población se concentra en la costa, donde no hay trabajo para todos y la gente sufre el desempleo. Es un sinsentido que ha traído el cambio de los tiempos».
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