La recuperación de los "bosques azules" -manglares, marismas y praderas submarinas- podría compensar la mitad de las emisiones de CO2 del sector del transporte y supondría el 10 por ciento del esfuerzo de mitigación necesario para detener el cambio climático en un punto en el que no fuera peligroso.
Así lo ha manifestado hoy el investigador Carlos Duarte en la presentación de un debate sobre el uso de recursos marinos de la Fundación BBVA, en el que el tema "estrella" será el papel de los océanos como sumideros de CO2 que pone de relieve el informe "Blue Carbon", presentado recientemente por tres agencias de Naciones Unidas, junto con el CSIC.
Duarte ha destacado la importancia de los ecosistemas marinos en la lucha contra el cambio climático por su "tremendo" potencial como sumideros de CO2, que los convierte en "grandes trampas de carbono".
Los bosques azules pueden capturar hasta 17 toneladas de carbono al año frente a la tonelada que absorbe un bosque amazónico prístino (el ecosistema con mayor capacidad de captura de CO2 del medio terrestre), según ha señalado el científico del CSIC.
A pesar de ocupar menos del 0,2 por ciento de la superficie del océano, son responsables del 50 por ciento de todo el enterramiento de carbono en los sedimentos marinos.
Sin embargo, están desapareciendo a un ritmo diez veces superior a la destrucción de las selvas tropicales, lo que supone que desde 1945 se ha perdido la mitad de su superficie -300.000 kilómetros cuadrados-, que habría que recuperar si se quiere que jueguen un papel importante en las estrategias de mitigación del cambio climático, según Duarte.
Para ello, los científicos han propuesto la creación de un fondo financiero internacional, una iniciativa que ya está estudiando el Banco Mundial, y que se nutriría fundamentalmente con las aportaciones de países desarrollados.
Esa opción va dirigida a países de Latinoamérica, en los que la transformación del territorio -pérdidas de la capacidad de sumidero de los ecosistemas marinos- representa hasta el 70 por ciento de las emisiones; a países de Asia, que han destruido una cantidad importante de los bosques azules y tienen un potencial importante de recuperarlos, a las islas del pacífico y costa oriental de África.
Duarte ha destacado que mitigar el cambio climático a través de los bosques azules está al alcance de los países en desarrollo, y es posible hacerlo en 20 o 30 años, ya que se cuenta con el conocimiento científico y las herramientas para hacerlo.
En este sentido, ha puesto como ejemplo la recuperación del bosque de manglar del Delta del Mekong (Vietnam) -el más grande del mundo- tras su destrucción por la aviación norteamericana, "la actuación de la historia de recuperación de ecosistemas marinos más importante hasta el momento".
Por su parte, el Gobierno de la India ya ha anunciado que va a incorporar la recuperación de bosques azules al paquete de medidas que va a presentar en la próxima Cumbre de Cambio Climático de Copenhague.
Además de ayudar a la mitigación del cambio climático, los bosques azules pueden también jugar un papel importante en la adaptación a sus efectos, ya que pueden servir de protección de la costa frente a inundaciones y la erosión.
Así, el investigador Íñigo Losada ha asegurado que las marismas reducen la energía que finalmente impacta sobre las comunidades costeras y generan un servicio de protección semejante al de los diques artificiales".
Una evaluación reciente concluye que las marismas costeras protegen las costas estadounidenses de los huracanes como lo harían los diques construidos con un coste de 24.000 millones de dólares.
A este respecto, Losada ha mencionado un estudio que concluye que el coste de repoblación de un manglar es siete veces inferior al de construir estructuras artificiales.
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