Lima, 23 feb (EFE).- Existe en la selva amazónica de Perú una especie de rana venenosa que, por culpa del cambio climático, ha dejado de practicar la monogamia para lanzarse, en actitud promiscua, a la caza de nuevos pretendientes que le garanticen su supervivencia.
Según explicó a EFE el catedrático del Museo de Historia Natural de la Universidad peruana Ricardo Palma, Víctor Morales, estas ranas han cambiado su comportamiento reproductivo debido, principalmente, a una disminución del agua en los estanques en los que habitan.
El cambio climático y la destrucción del hábitat están detrás del fenómeno que Morales detallará en marzo en la publicación "The American Naturalist", junto a los investigadores Jason Brown y Kyle Summers.
Según el profesor, la mayoría de ranas son polígamas pero esta especie en concreto, la llamada "Ranitomeya variabilis", sólo se aparea con una pareja en condiciones ambientales beneficiosas, es decir, cuando existe suficiente agua en los estanques de bromelias donde vive.
Durante miles de años, la madre sólo ponía uno o dos huevos y ni ella ni el macho abandonaba el hogar cuando se trataba de cuidar a las crías.
Sin embargo, las constricciones actuales del ambiente han cambiado este comportamiento, por lo que ahora machos y hembras sólo piensan en garantizar su descendencia y han pasado a reproducirse con más individuos.
Para demostrar esta nueva etapa de adaptación en las ranas, el catedrático peruano llevó a cabo en los últimos años análisis de agua y de larvas en los bosques tropicales de Tarapoto y del área de conservación de la Cordillera Escalera, al norte de Perú.
La citada rana venenosa abunda en estas zonas selváticas, actualmente muy depredadas por la acción humana, en las que se ha constatado la promiscuidad de esta especie tradicionalmente monógama puesto que se han encontrado diferencias genéticas dentro de la misma prole.
De piel tóxica y colorida, estos anfibios diurnos son presas de culebras y otros depredadores, pero ahora también deben enfrentarse a un ambiente hostil en el que los renacuajos se mueren y hasta se comen unos a otros ante la falta de espacio y de agua.
En declaraciones a EFE, la bióloga peruana Marina Rosales destacó que el calentamiento global y la destrucción de la Amazonía afectan especialmente a la flora y la fauna características de ambientes húmedos, entre las que se encuentra esta rana, incluida en la lista roja de especies amenazadas.
A su juicio, este descubrimiento científico, aparentemente "anecdótico", se debe interpretar como un indicador de que las condiciones ambientales se están modificando, obligando a los anfibios a preocuparse más que antes en dejar un mayor número de descendientes y garantizar así la supervivencia de sus genes.
Ante esta tesitura, tanto Rosales como el profesor Morales consideraron que los anfibios, al igual que otras especies, se adaptan y luchan por su supervivencia, pero esta flexibilidad tiene un límite y, en cualquier caso, no resulta beneficiosa a largo plazo.
Por ello, la especialista del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP) advirtió de que éste no es un caso aislado, por lo que el ser humano debe emprender las acciones necesarias para mitigar los efectos adversos sobre el clima y la biodiversidad.
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