11.03.10 - 00:31 -
MIGUEL ZAPATER CORNEJO | DOCTOR EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
El clima de la Tierra está cambiando. Muchos científicos aseguran que ya no hay margen para las dudas. Los efectos se están dejando sentir (aumento de temperatura, lluvias torrenciales, temperaturas extremas.). La causa, la excesiva emisión de dióxido de carbono con efecto invernadero, producido por el actual modelo de desarrollo económico, basado en la utilización de energías fósiles (petróleo, gas natural o carbón). Las cumbres de la ONU de Kyoto y Copenhague han tratado de imponer cuotas de reducción de las emisiones a los distintos Estados y de adaptación de la tecnología para introducir un nuevo modelo de desarrollo económico, que no esté basado en la quema de combustibles fósiles, (modelo 'verde').
Uno de los medios más eficaces para frenar el cambio climático, además de las nuevas tecnologías (solar, eólica.), es la repoblación forestal. Los bosques desempeñan un papel climático importante porque asimilan el dióxido de carbono, purifican la atmósfera y producen oxígeno; proporcionan zonas de poca reflexión de los rayos solares y elevada absorción del calor, con una conductividad baja del mismo; interceptan el aire húmedo y provocan las lluvias; interceptan también los vientos por su flexibilidad para disminuir la resistencia de los mismos.
El bosque, además, realiza otras funciones también importantes: la hidrológica, con la creación de cuencas, al retener el agua en las ramas y en el suelo que forma con sus hojas, acumula, limpia, regula y distribuye los recursos acuíferos, evita la erosión, que las presas y los lagos se llenen de sedimentos; la ecológica, en la conservación y formación de suelos, manteniendo los elementos básicos para la preservación de la flora y de la fauna (hábitats). Además, en las montañas otras funciones adicionales, como modificar masas de aire frío o vientos que descienden de regiones más altas, y romper y detener avalanchas, o bien proporcionar abrigo contra estos fenómenos naturales.
Por último, los bosques tienen un papel económico: producción de madera para distintos usos; de biomasa, con la que obtener nuevos carburantes menos contaminantes, de otros productos químicos; como reserva para posibles nuevos usos; como fuente de alimento para el hombre y para los animales domésticos, según el tipo de bosque (castaños, nogales, encinas, etc); proporcionan recreo y embellece el paisaje, funcionan como cinturones de protección, aumentando así el rendimiento cualitativo y cuantitativo de las cosechas; reducen la contaminación del sonido.
En todas las regiones españolas hay amplios espacios que se han deforestado en distintos momentos de la historia por distintas causas (construcción de viviendas, combustible para el lavado y teñido de la artesanía e industria textil, idem en la artesanía de la fundición del hierro, construcción de barcos, pastizales, roturación para usos agrícolas en el siglo XIX, etc.), que aún no se han autoregenerado. Sin embargo, en la prensa no aparecen noticias de inversiones en repoblación forestal y sí para obras en los núcleos urbanos (Plan 'E', por ejemplo), para disminuir el paro, cosa que se puede hacer también con la repoblación forestal, sumamente importante para la supervivencia del planeta, al mismo tiempo que se pueden conseguir otros muchos objetivos, como la creación de riqueza e incluso de puestos de trabajo permanentes.
En esta cuestión, como en otras, es mejor prever y tomar medidas a tiempo que tratar de remediar el problema cuando ya no es posible. Como los recursos son limitados, es necesario introducir criterios en el gasto público, tanto a nivel nacional, como autonómico y local, y crear opinión pública al respecto, de forma que las inversiones se reorienten equilibradamente a la repoblación forestal y a atender las necesidades imprescindibles de los núcleos urbanos, ya que la pervivencia de estos depende más de la reforestación de su entorno ( 50 o más kilómetros a la redonda), a medio o largo plazo, ya que no se puede improvisar, que de las obras que se lleven a cabo en los mismos que, a veces, no son indispensables.
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