De acuerdo con la Evaluación de Recursos Forestales 2010, que realiza la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), de 1990 a 2010, México ha bajado su tasa de pérdida forestal de 0.50 a 0.24%, inferior al promedio que registran los países de América Latina, estimado en 0.46%.
En conferencia de prensa con motivo de la celebración del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2010, el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan Rafael Elvira Quesada, señaló que la dependencia a su cargo trabaja para recuperar la vocación forestal de los suelos mexicanos que en algún momento fueron desmontados para uso agrícola y ganadero.
En un comunicado, la Semarnat informó que el Representante Residente Adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Arnaud Peral, señaló que México está dando al mundo un ejemplo importante de buena aplicación de políticas públicas.
Agregó que mediante programas como el de pago por servicios ambientales y la participación y conciencia de los diversos sectores sociales, "le han permitido encontrar alternativas para frenar prácticas tradicionales y muchas veces ilegales de afectación de los suelos".
Elvira Quesada agregó que la creación de áreas naturales protegidas ha permitido combatir el proceso de degradación mediante la protección de los suelos y los ecosistemas. Detalló que hasta el momento México cuenta con 25 millones de hectáreas de ANPS.
Dijo que el cambio climático "ha tenido un efecto perverso" sobre el proceso de conservación de suelos, agua, bosques y selvas, ya que los periodos permanente de sequía de altas temperaturas, un rompimiento del régimen normal de lluvias no ayuda a la conservación de suelos.
Explicó que esto orienta a la Semarnat a trabajar de manera particular en el sur sureste del país, en Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas, entre otros.
Para, dijo, frenar la práctica de la rosa-tumba-quema, la cual fue utilizada por la cultura maya durante miles de años pero que hoy se considera inviable porque genera pérdida de suelo, de selvas, de biodiversidad, de agua y no genera una producción eficiente.
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