El investigador y profesor de Hidrología Forestal de la Universidad Católica de Ávila, Jorge Mongil, lleva casi una década investigando sobre la aplicación de las técnicas de recolección de agua para aplicarlas a la restauración forestal, un trabajo que le ha llevado cientos de horas de estudio, a recorrer toda España y a viajar incluso hasta Israel. Mongil prosigue con su investigación, incansable y constante, y se prepara para abordar la fase experimental del proyecto. Este profesor trabaja en ello en el Grupo de Investigación de Hidrología y Conservación, compuesto por varios profesores, cuatro o cinco alumnos que están efectuando el proyecto de fin de carrera y varios ex alumnos colaboradores.
¿Cómo surge este proyecto?
Existe un grupo de investigación en la Universidad de Valladolid que estaba trabajando en este asunto desde hace tiempo, y me ofrecieron hacer la tesis con ellos. Esta tesis perseguía crear una metodología de restauración forestal en zonas áridas utilizando técnicas de recolección de aguas.
¿En qué consisten las técnicas de recolección de aguas?
Son unas técnicas muy sencillas que modifican el relieve de una ladera y crean unas estructuras de tierra que retienen el agua y le obligan a infiltrarse en el suelo, donde se encuentran las plantas. Gracias a ello, las plantas reciben más agua que el de la lluvia, ya que además van a recibir agua de escorrentía.
La investigación actual ha ahondado en estas técnicas...
Como parte de la tesis y luego de la investigación posterior, hemos estudiado las técnicas tradicionales de recolección de agua que se utilizan en las zonas áridas de todo el mundo, desde Israel hasta Turquía, Irak, Afganistán, África, Centro y Sur de América... Son técnicas usadas por el hombre desde hace cientos de años para recoger el agua para la agricultura y la ganadería, y las hemos recopilado para ver qué posibilidades tienen de ser usadas en restauración forestal. Así, hemos aportado una serie de criterios, de dimensiones, de utilización. Es curioso que esta investigación aborde técnicas tradicionales para la innovación, porque parece que ésta se basa exclusivamente en las nuevas tecnologías. Pero nosotros nos apoyamos en un conocimiento muy antiguo de recolección de agua y, basándonos en ello, estamos adaptándolo a nuevas técnicas de restauración forestal y desarrollando programas informáticos que nos ayudan a calcular, dimensionar y diseñar la restauración forestal.
En diferentes lugares de mundo se aplican técnicas similares para recoger el agua, ¿se ha profundizado en ello en esta investigación?
Sí, es uno de los temas que más nos interesa. Y es curioso, porque en diferentes lugares del mundo, muy alejados entre sí, se usan sistemas similares. Por ejemplo, la técnica de los ‘wadis’ –cauces secos de ríos en pleno desierto- aterrazados consisten en hacer una serie de terrazas a lo largo del cauce, y cuando viene agua por él, las terrazas retienen el agua y puede cultivarse en pleno cauce. Esa técnica la he visto en Israel, en el desierto del Neguev y en la provincia de Teruel, en Murcia y Alicante puede verse la misma técnica. En el Valle del Tiétar es típico el cultivo en bancales, y también existen en Canarias, Mallorca, y en Yemen y Perú.
¿Cuáles de estas técnicas son las más adecuadas para la restauración forestal?
Depende del tipo de suelo, la pendiente del terreno, la presencia de piedra... De entre todas las técnicas que hemos estudiado, las denominadas microcuencas ‘negarim’, los caballones según curvas de nivel, los caballones semicirculares o trapezoidales son los que más se pueden aplicar a la restauración experimental. Y se han experimentado, no tanto en España como en otros países, y han tenido mucho éxito.
¿Qué beneficios aporta?
La mejora que se consigue en una restauración forestal al aplicar una técnica de recolección de agua es tangible, ya que hay más supervivencia en las plantas porque reciben más cantidad de agua y van a sobrevivir mejor en zonas de precipitaciones escasas.
¿Han tenido la oportunidad de experimentar con estas técnicas?
Es el paso siguiente. Hay que plantear en laderas este tipo de técnicas y ver cómo funciona, medir cuánto agua se recoge y controlar la supervivencia de plantas, y compararlo con zonas en las que no se haya aplicado esta técnica. Lo que sí se ha hecho, en colaboración con el profesor de la Universidad de Valladolid Andrés Martínez de Azagra, es utilizar un programa informático, un modelo hidrológico para simular el comportamiento de estas técnicas de recolección de agua, para determinar cuáles son mejores, peores y las dimensiones.
El Valle del Tiétar, que el año pasado sufrió un grave incendio, ¿podría ser un lugar apropiado?
Sí, podría ser un buen lugar, porque trabajamos con áreas degradadas que apenas tienen vegetación. Una zona que se haya quemado es uno de los mejores sitios para aplicar este tipo de técnicas.
¿Qué paso será el siguiente en esta investigación?
Ahora lo que nos pide el estudio son parcelas experimentales donde hagamos mediciones en campo del agua recogida, supervivencia de las plantas, cómo se puede mejorar el suelo con estas técnicas,... Nos falta la experimentación para corroborarla.
¿Este proyecto podría tener salidas empresariales?
Tenemos algún contacto con alguna empresa y con la Junta de Castilla y León, pero no termina de rematarse esa colaboración. Estamos abiertos a ello, son los que se ocupan de la restauración forestal los que tienen que innovar.
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