Un grupo de científicos españoles acaba de inventar un material milagroso. Es casi eterno y capaz de absorber el CO2 y retirarlo de la atmósfera. Por si fuera poco, en su proceso de fabricación no genera residuos. Lo han llamado madera. El investigador Juan Fernández-Golfín, del Centro de Investigaciones Forestales, lo dice siempre en broma en sus charlas, pero el chascarrillo es casi un diagnóstico. En España, el todopoderoso sector de la construcción todavía no ha descubierto la madera.
Por ello, Fernández-Golfín ha emprendido una batalla para lograr que los edificios utilicen más madera en un país adicto al hormigón y al acero. Dice que hay mucho en juego. Actualmente, cada español consume 0,35 metros cúbicos de madera al año. En la Unión Europea, la media alcanza los 0,8 metros cúbicos. Y, según los cálculos del científico, alcanzar los niveles europeos implicaría evitar la emisión a la atmósfera de hasta 43 millones de toneladas de CO2 cada año. Como si seis millones de españoles dejaran de emitir dióxido de carbono de golpe.
El centro de Fernández-Golfín, perteneciente al Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) del Ministerio de Ciencia e Innovación, se ha unido a la patronal de la madera para intentar tirar de las riendas del sector del ladrillo y dirigirlo hacia los bosques.
Las enmiendas, en un cajón
La Confederación Española de Empresarios de la Madera (Confemadera), que agrupa a 35.000 pymes y casi 200.000 trabajadores, quiere que la legislación española tenga muy en cuenta las estimaciones del INIA. Para ello, se ha reunido con todos los partidos políticos para que incluyan la madera en el anteproyecto de Ley de Economía Sostenible, el que fue proyecto estrella de la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero. Las propuestas de Confemadera, como toda la ley, están guardadas en un cajón de la presidencia del Gobierno, a la espera de un clima político y económico más favorable.
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