Los terrenos militares de la base de El Empecinado ocultan uno de los mayores oasis naturales de la provincia. «Es una paradoja, por tratarse de un campo de tiro, pero es que el Ejército también está comprometido con el medio ambiente», destaca el general y comandante de Valladolid y Palencia, Juan Antonio Díaz Cruz. No en vano, detrás de la alambrada que rodea sus 3.730 hectáreas se esconden «corzos, avutardas, búhos reales, liebres, conejos, grullas e, incluso, lobos» gracias a su relativo aislamiento de la mano del hombre.
La fauna goza allí de cierta libertad sobre unos terrenos en los que el Ministerio de Medio Ambiente acaba de invertir 764.252 euros, con cargo al Plan E, en tareas de repoblación forestal y tratamiento de la flora para evitar incendios. «Hemos actuado sobre las zonas de menor intervención militar para repoblar su superficie con encinas, almendros, quejigos y algunos pinos», explica Miguel Fernández, el director de la intervención. Estas especies, que en su mayoría tiene una elevada capacidad de regeneración -salvo los pinos-, unida a la actuación para retirar maleza y crear cortafuegos, hace que en los terrenos sea «muy complicado» ahora mismo que se declare un incendio, según destacó el ingeniero de Tragsa que trabajó en la base, Andrés Flechilla.
El técnico destaca la importancia de una reserva medioambiental que cuenta con uno de los «mejores robledales de la provincia -60 hectáreas situadas al norte, próximas a San Martín de Valvení- y con un valle de los almendros (1.500)».
Los trabajos de reforestación permitieron plantar 411.248 ejemplares. «Son instalaciones militares que ahora mismo son una gran reserva medioambiental beneficiosa para todos», concluyó el subdelegado del Gobierno, Cecilio Vadillo.
El ministerio también actuó en los terrenos de la fábrica de armas y del polvorín militar de Cabezón aplicando «tratamiento selvícolas».
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