La sofocante nube de humo procedente de los incendios forestales que ha ahogado a Moscú durante cuatro días consecutivos y que ha duplicado el número de muertes en la capital rusa, empezó a dejar respirar ayer a los 10 millones de moscovitas. La dirección del viento cambió, llevándose consigo de la ciudad el aire contaminado y viciado, al tiempo que los rusos hacían los primeros cálculos del coste económico de la peor sequía en 1.000 años, acompañada por una ola de calor sin precedentes e incendios forestales.
Según las primeras estimaciones independientes, las pérdidas económicas de Rusia por los incendios y la sequía ascienden a 11.500 millones de euros. Analistas de los bancos HSBC y Uralsib, consultados por el reputado diario moscovita Kommersant, afirmaron que a causa de los fuegos, el incremento del PIB ruso se verá reducido este año en un 1%. El director del Instituto de Desarrollo Sostenible, Vladímir Zajárov, opinó que solo los gastos inmediatos para paliar las consecuencias de la sequía y los incendios forestales «pueden ser mayores incluso que los destinados a poner fin a la fuga de petróleo en el golfo de México».
INTENTOS DE OCULTACIÓN / Las enormes pérdidas económicas y los intentos de las autoridades de ocultar el verdadero alcance de la tragedia causan críticas cada vez más duras en los pocos medios independientes que quedan en Rusia. «La causa de los incendios y las muertes no radica solo en la ola de calor sin precedentes, sino también en la falta de atención de la autoridades a este problema», opinó ayer el periódico moscovita Nezavísimaya Gazeta.
Los medios de comunicación liberales, la oposición y los ecologistas responsabilizan al primer ministro, Vladímir Putin, de no tomar medidas para prevenir los incendios forestales en un país que alberga el 23% de la superficie boscosa del planeta. El nuevo Código Forestal, aprobado en el 2007, cedió la responsabilidad de la protección de los bosques a las regiones y las empresas madereras. También disolvió la aviación forestal y eliminó la figura de los guardabosques.
Pero las autoridades han dejado claro que no se sienten culpables de la ola de incendios. El Kremlin reprendió al alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, por no suspender sus vacaciones cuando la nube de humo de los incendios sepultó la capital rusa El presidente ruso, Dmitri Medvédev, rechazó las críticas por la falta de preparación. «Si nos hubiéramos preparado 10 años antes no podríamos haber hecho nada», dijo el presidente ruso durante una visita a las regiones afectadas.
Por su parte, Putin apareció ayer de nuevo en las pantallas desde la cabina de un hidroavión Be-200 para apagar incendios forestales. El primer ministro asumió funciones de copiloto para recoger agua en el río Oka y verterlo sobre focos de fuego en la región de Riazán, a 200 kilómetros al sureste de Moscú. Según el servicio de prensa del Gobierno, extinguió dos incendios. Según el Ministerio de Emergencias, en las últimas 24 horas se han declarado 247 nuevos incendios y han sido apagados 239. Más de 550 focos siguen activos, con una superficie de más de 174.000 hectáreas ardiendo. Al menos 68 de los incendios son de gran tamaño, incluidos 25 fuegos en yacimientos de turba.
Mientras, la concentración de contaminantes seguía alta en el aire moscovita, excediendo en dos veces los niveles máximos establecidos por las autoridades sanitarias. Además, las temperaturas superiores a los 30 grados se mantendrán hasta al menos los finales de esta semana.
El alcalde de Moscú, admitió ayer que las llamadas a las ambulancias se han incrementado casi en un 25% en comparación con el período anterior a la llegada de la ola de calor, a finales de junio .
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