A finales de septiembre de 1837, el botánico suizo Pierre Edmond Boissier visitó la localidad de El Burgo, en el corazón de la Sierra de las Nieves, donde dio con el pinsapo que le permitieron confirmar que la especie estudiada se trataba de un abeto de una especie nueva, no catalogada científicamente.
En la actualidad, la Sierra de las Nieves es un parque natural de 20.163 hectáreas, que forma parte de un área de 93.930 hectáreas declaradas Reserva de la Biosfera por la UNESCO y que está considerado como el refugio del pinsapo. Boissier contribuyó con su trabajo a que esta zona se haya constituido con el paso de los años en un lugar de gran encanto y singularidad, una reliquia de los bosques de coníferas de la Era Terciaria. Grandes masas de pinsapos y quejigos pueblan el parque. El pinsapo, por su parte, está considerado como el abeto más singular del mundo.
Ahora, la Mancomunidad de Municipios de Sierras de las Nieves y la Consejería de Medio Ambiente han querido rendir un homenaje por su labor al botánico suizo al cumplirse este año el bicentenario de su nacimiento.
Así, en el marco de las Jornadas sobre Gestión Forestal en el Parque Natural Sierra de las Nieves que se celebran este fin de semana en El Burgo, se han dedicado varias actividades a reconocer la dedicación de Boissier a la botánica andaluza y a la difusión a la sociedad científica del hallazgo del pinsapo. Para ello se han celebrado conferencias, se ha proyectado un de un documental sobre su viaje a la sierra y se ha realizado el descubrimiento de una placa conmemorativa. Los actos comenzaron el viernes y se clausuran hoy domingo.
Ayer fue el momento de conocer un poco más al botánico suizo con la conferencia «El viaje de Boissier a la provincia de Málaga. Influencia de Simón Rojas Clemente Rubio y otros botánicos de la época», que estuvo a cargo del catedrático de Botánica de la Universidad de Málaga y presidente de la Junta Rectora del Parque Natural Sierra de las Nieves, Baltasar Cabezudo. «Más que descubrir el pinsapo, que se conocía desde siempre, aunque los locales le llamaban pino abeto, Boissier le puso el nombre científico y lo describió según la normativa correcta», explicó Cabezudo. «Boissier fue un botánico muy interesante, que no sólo describió el pinsapo, sino que hizo botánica por todo el Mediterráneo, en una época muy oscura para toda la ciencia española, en la que era muy difícil publicar, y es que durante el absolutismo casi todos los botánicos fueron perseguidos por su condición de liberales», contó el ponente.
El suizo se apoyó en el trabajo que habían hecho previamente otros botánicos españoles, especialmente el valenciano Simón de Rojas Clemente y Rubio, que ya habían descrito el pinsapo, «pero no de una manera administrativamente correcta». El día anterior, el viernes primer día de las jornadas, también tuvo lugar la conferencia «Crónicas del Boissier viajero», a cargo del periodista Miguel Nieto, se proyectó el documental «El pinsapo, el abeto que se quedó en el Sur» y se descubrió la placa conmemorativa del bicentenario del nacimiento de Boissier. Estas jornadas, que cuentan con la colaboración de la UMA, pretenden contribuir, a través de la participación de expertos, a la difusión del conocimiento de uno de los aspectos más destacables de la conservación de este espacio natural protegido.
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