Uno de los objetivos de la Junta de Castilla y León es potenciar las energías renovables, especialmente la biomasa forestal «como un sector que genera empleo y produce riqueza al medio rural». Estas fueron declaraciones del vicepresidente segundo y consejero de Economía y Empleo, Tomás Villanueva, en un acto celebrado en el V Salón de la Expobioenergía del pasado mes de octubre. Fue allí donde avanzó que se aprobaría un Plan de Bioenergía porque aseguró que «la biomasa es uno de los grandes sectores del futuro en Castilla y León». Dicho plan se presentó ayer en el Consejo de Gobierno con una inversión de 230 millones de euros, con el fin de impulsar el sector de la bioenergía en Castilla y León hasta el año 2020.
En este nuevo programa se contempla la instalación de hasta 438 megawatios eléctricos, 1.205 térmicos, la producción anual de más de un millón de toneladas de pellets (una aplicación evolucionada de la biomasa) y biocarburantes, todo ello con el firme objetivo de la creación de 4.700 puestos de trabajo estables, principalmente en el medio rural. Para lograr dicho propósito, el Ejecutivo Autonómico aporta 230,73 millones de euros, de los cuales 28,4 corresponden al periodo 2010-2013. Pero el Plan va mucho más allá, se prevé una inversión global en torno a los 2.700 millones de euros, unas ventas de biomasa-materia prima cercanas a los 3.000 millones y ventas de productos terminados superiores a los 10.000 millones de euros en 2020.
Único. Es un programa pionero en España, ya que en el resto de las Comunidades no existen planes específicicos de bioenergía, y en toda Europa únicamente existen trece estados y diez regiones que cuentan con un documento de este tipo. Se quiere ampliar el porcentaje de aprovechamiento de las materias primas de las que dispone la Comunidad. Villanueva señaló que pretende pasar del dos por ciento al ocho por ciento de biomasa disponible, lo que implicaría una reducción de la dependencia energética, lograda a través de acciones que contribuyen a disminuir el riesgo de incendios forestales, mejorar el estado de los bosques y de la gestión de los residuos urbanos. Este aumento de aprovechamiento supondría la entrada en el mercado energético de cerca de siete millones de toneladas de paja de cereal, cultivos energéticos, leñas y restos forestales.
A través de este Plan de Bioenergía de Castilla y León hasta el año 2020 se habrá mejorado la gestión de 550.000 hectáreas de superficie forestal y 750.000 de superficie agrícola. También se evitarán emisiones atmosféricas superiores a 2,2 millones de toneladas de CO2. Pero sin duda, una de las apuestas más importantes con las que cuenta el plan es con la creación de 4.700 puestos de trabajo, con el fin de reducir los índices de empleo alcanzados durante los últimos meses en la Comunidad.
Este plan tiene la finalidad de perseguir dos propósitos diferentes, por una parte un análisis detallado de los recursos de biomasa susceptibles de valorización energética, y por otra parte, incluye un diagnóstico de la situación del sector y su contexto, asi como un planteamiento de los objetivos cuantitativos para el año 2020, con una revisión programada para el ejercicio 2015. A su vez, también aporta un listado de recomendaciones propuestas por la Comisión Europea para los Estados y las Regiones, algunas de ellas especificadas ya en el Plan de Acción Europeo sobre la Biomasa.
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