Madrid,30 ene (EFE).- El Museo de Ciencias Naturales, de vida azarosa, incluido algún expolio que otro, y piezas únicas, apenas puede exponer por falta de espacio el 1 por ciento de su vasta colección: 7 millones de especímenes, de los que 4 son insectos.
Su director Esteban Manrique Reol ha indicado en entrevista a Efeverde que la crisis ha frenado el proyecto de ampliación subterránea que había para cobijar salas de investigación y más almacenes.
(Actualmente cuenta con unos almacenes acondicionados en Arganda para guardar gran parte de sus colecciones)
En total son unos 2.000 metros cuadrados de superficie de exposición, donde exhibir piezas tan emblemáticas como el elefante africano, o tan únicas como el lobo de Tasmania.
El enorme paquidermo, situado justo a la entrada, fue donado por el Duque de Alba en 1913 tras una expedición africana.
Los taxidermistas tuvieron que montarlo en el Jardín Botánico y transportarlo luego en un bastidor con ruedas, Paseo de la Castellana arriba, hasta llegar al Museo, de donde ya no puede salir porque la puerta por la que entró ha sido remodelada.
En cuanto al lobo de Tasmania (Thylacinus) se trata de un marsupial carnívoro ya extinto, del que solo otros cuatro museos del mundo poseen un ejemplar disecado.
El Museo cuenta también con una de las mejores colecciones de meteoritos del mundo, el más destacado es el encontrado en Molina de Segura (Murcia) en 1858, con un peso de 112 kilos.
El antiguo Palacio de la Industria y las Artes, les cobija a todos ellos desde hace 100 años.
Creado en 1771 por Carlos III, la Galería arrancó con una enorme colección de su primer director Franco Dávila, un curioso naturalista nacido en Guayaquil en 1711 que lo coleccionaba todo.
Antes de llegar a su actual ubicación fue inquilino primero de la que hoy es Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y posteriormente estuvo alojado en los bajos de la actual Biblioteca Nacional.
Expolios
Durante todos estos vaivenes, el museo sufrió varios expolios, uno de ellos llegó con las tropas napoleónicas, que robaron una de su mejores colecciones:el Tesoro del Delfín, llamado así porque pertenecieron al Gran Delfín de Francia.Luego llegaron a España como herencia de su hijo Felipe.
El último de los expolios ocurrió hace apenas 30 años, y de acuerdo con el actual director, se sustrajeron 2.000 laminas acuareladas del siglo XVIII y unas esmeraldas muy grandes, todo recuperado ya.
Las últimas 200 acuarelas se rescataron en 2009 con ayuda de la Embajada holandesa en España, cuando intentaron vendérselas a una institución cultural de Amsterdam.
Las esmeraldas, eran tan grandes, que se recobraron en cuanto quisieron venderlas a un joyero español.
Estos dos últimos robos se registraron justo al final de los años de mayor penuria y desorden que vivió durante la posguerra y mucho después este Museo.
La Galería, según su actual director, "se dejó de la mano de Dios".El que entonces era su director, afecto a la República, se exilió a México y a partir de ese momento el Museo se dividió en tres institutos, y aunque luego se vuelven a reunir, "hay como una falta de interés, no quedaba claro si era uno o tres, quien era el responsable, y si dependía de la Universidad o no".
Hoy el Museo goza de buena salud y prestigio, todo el patrimonio está registrado, y presta sus colecciones sobre todo para investigación en el extranjero (EEUU, Europa y Sudámerica).EFE
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