En su origen, 52 por ciento de la superficie terrestre mexicana estaba cubierta por bosques y selvas, expuso Martin Ricker, investigador del Departamento de Botánica del Instituto de Biología de la UNAM.
Sin embargo, en un estudio realizado en colaboración con especialistas del Instituto de Geografía y publicado en 2007 en la revista Biodiversity and Conservation, se observó que para el año 2000, el área forestal era de 33 por ciento de la superficie nacional, lo que corresponde a una pérdida del 36 por ciento, en comparación con el 52 por ciento original.
La riqueza vegetal del país era tanta, que al describir la exhuberancia natural de Texcoco, el gobernante Nezahualcóyotl escribió “no acabarán las flores, no cesarán mis cantos”, pero incluso en un país que impresionó a los conquistadores españoles por su variedad de climas y la diversidad de flora y fauna, la pérdida de áreas verdes por la actividad humana es un fuerte golpe para nuestra biodiversidad.
La importancia de conformar un catálogo de árboles:
Martin Ricker señaló que es importante que los taxónomos se sumen a un proyecto que permita hacer una descripción acuciosa de la riqueza vegetal de México, especie por especie, tarea que hasta hoy no ha tenido alcances nacionales.
“Estudiar nuestra flora es crucial, porque la diversidad de México es impresionante. Hay más de 20 mil especies de plantas, y dentro de éstas, si consideramos que un árbol es un organismo que alcanza cinco metros de altura y tiene un tronco con un diámetro de por lo menos 10 centímetros, entonces contamos con más de tres mil especies arbóreas. Actualmente, elaboramos un listado actualizado de estas últimas”.
Mención aparte merecen los pinos (género Pinus), que dominan el mercado nacional de madera, insumo que incluso importamos de Estados Unidos. En México, existen 46 especies de pino, 40 por ciento de todas las que hay en el mundo. “Casi la mitad de las especies de pino del orbe crecen en nuestro país, y de éstas, el 39 por ciento son endémicas, es decir, no se les encuentra naturalmente fuera de México”.
Riqueza subaprovechada
El investigador explicó que la deforestación no es sólo un problema ecológico, sino algo que debe ser analizado con los conceptos y métodos de la economía ambiental, campo definido como “el estudio de cómo la humanidad se organiza para enfrentar el problema de la escasez de la naturaleza”.
Por ejemplo, abundó, la tala ilegal de árboles maderables aminora el precio de la madera en el mercado, lo que causa que las personas con plantaciones forestales acepten precios más bajos y tengan mayores dificultades para cubrir los costos de manejo de sus plantaciones.
“Sea por cosechar madera o porque los bosques son vistos como un obstáculo para la expansión ganadera, han desaparecido muchas áreas boscosas y selváticas, lo que nos hace perder un recurso que, bien aprovechado, serviría para impulsar el desarrollo económico”.
Al respecto, añadió que muchas de las llamadas “maderas tropicales corrientes no son nada corrientes, y se podrían aprovechar comercialmente”. Además, subrayó, se debe considerar que, a nivel mundial, el 18 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, el causante principal del cambio climático, se debe a la deforestación de bosques y selvas.
Sin embargo, mencionó el académico, hay datos que permiten mantener cierto optimismo, pues según cifras del Informe de los recursos forestales mundiales 2010, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las áreas forestales tropicales perdidas en los últimos 10 años son menores a las registradas en la década anterior, y se ha logrado que 12 por ciento de las zonas boscosas del orbe sean asignadas a conservación.
Por esta razón, el académico propuso duplicar la superficie de áreas forestales protegidas del país y desarrollar plantaciones forestales demostrativas como herramienta para enseñar qué es un aprovechamiento adecuado.
“La tierra constituye, con mucho, la parte más grande, más importante y más durable de la riqueza de un país”, señalaba el economista Adam Smith; sin embargo, por mucho tiempo el gobierno no ha reconocido al sector forestal industrial y no-industrial como estratégico para el desarrollo”, advirtió Ricker.
“Por ello, debemos aprovechar que México todavía cuenta con amplias áreas de bosques y selvas primarios conservables. Destruirlas y luego restaurarlas donde se pueda, es algo que saldría muy caro”, argumentó.
Año Internacional de los Bosques
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró a 2011 como el Año Internacional de los Bosques (AIB2011). Al respecto, Martin Ricker indicó que esta declaratoria brinda la oportunidad de instruir a la sociedad acerca de los ecosistemas forestales, y también lograr que el gobierno se enfoque en avanzar para la conservación y aprovechamiento adecuado de las áreas naturales de México.
Los bosques y selvas proporcionan importantes servicios ambientales, comerciales y no-comerciales, para la sociedad. Ejemplos son el suministro de productos maderables y no-maderables, el albergue para muchas especies de fauna y flora, el almacenaje de agua y prevención de la erosión del suelo, la captación de carbono que en la atmósfera aceleraría el cambio climático, y los paisajes para la recreación.
“Por todas estas funciones, es importante preservarlos”, finalizó.
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