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Actividades humanas como la minería a cielo abierto originan un gran impacto ambiental. Con el objetivo de contribuir al conocimiento de la dinámica de la vegetación en entornos perturbados por la acción del hombre, especialmente en zonas afectadas por la minería de carbón, investigadores de la Universidad de Valladolid llevan a cabo diversos estudios.
La línea de investigación tiene su origen en la tesis doctoral de la profesora del Área de Ecología Carolina Martínez Ruiz, que analizó la sucesión vegetal en minas de uranio próximas a Ciudad Rodrigo (Salamanca).
"Queríamos descubrir cómo era la revegetación en un nuevo entorno perturbado, hacernos una idea más completa de todos los procesos que participan en la sucesión y las complicaciones que encuentran las plantas para poder establecerse, que es algo muy complejo, para poder restaurarlo”, asegura la investigadora.
Para ello buscaron nuevas zonas de estudio en el norte de la provincia, en concreto en la zona de minería de carbón a cielo abierto denominada Guardo-Cervera y comenzaron dirigiendo trabajos fin de carrera. El primero fue el de Josu González Alday en la titulación de Ingeniero de Montes.
El trabajo, desarrollado entre 2006 y 2010 y codirigido por Rob Marrs, de la Universidad de Liverpool, se ha centrado en la descripción de los factores que influyen en la revegetación temprana de los estériles de carbón, es decir, residuos de la mina, tras la hidrosiembra. La hidrosiembra es una técnica de restauración que se utiliza, principalmente, en las pendientes elevadas y que consiste en la proyección sobre el suelo de una mezcla de semillas, fertilizantes y agua mediante una manguera a presión.
La orientación de los taludes
En el trabajo los investigadores han analizado cómo se acelera la revegetación en zonas hidrosembradas en comparación con otras que no lo han sido. “Queremos saber si ayudamos realmente a que se cubra antes y qué pasa con las especies que se introducen”, señala la experta.
Los investigadores han comprobado la orientación de los taludes es e un factor “clave” para la rapidez del proceso de cobertura de la vegetación. “El proceso es mucho más rápido en los taludes orientados al Norte que en los orientados al Sur por una cuestión de estrés hídrico. Las plantas viven mejor en el Norte que en el Sur y eso hace que al cabo de los mismos años el suelo del Norte tenga mayor vegetación”, subraya la investigadora.
Sin embargo, las especies que colonizan cada zona pueden ser distintas. “Algunas son comunes en ambas zonas (Norte y Sur) pero también hay preferencias por parte de las especies, ya que hay unas que resisten mejor el estrés hídrico que otras y son más competitivas en esos ambientes estresados”.
Los sustratos y las especies también son clave
El principal problema en este sentido es que la hidrosiembra es una técnica importada del Norte de Europa y que las mezclas de semillas que se emplean son comerciales, y no autóctonas, por lo que los expertos creen que esas plantas “no tienen por qué funcionar en nuestro clima mediterráneo”.
Además, la tesis de Josu González detalla el éxito de las especies introducidas, cuáles eran realmente adecuadas y cuáles no, aquellas que han fracasado por completo y no deberían volverse a utilizar, y las que han llegado a la zona de forma natural y pueden emplearse en futuras hidrosiembras.
Otro factor que limita la revegetación de zonas mineras de carbón es el sustrato, por eso se suele recubrir el estéril con tierra vegetal. "Si se trata de tierra vegetal con vida, con semillas y microorganismos, todo va más rápido, pero a veces se utilizan como tierra vegetal capas de sedimentos que se encuentran en el proceso de extracción del carbón, que físicamente tienen una mejor textura pero que son suelos inertes, muy arcillosos, que favorecen procesos erosivos que no son adecuados”, apunta la investigadora.
Aparte de esto, se ha comprobado que cuando el grosor del estéril es más pequeño es más fácil que se establezca la vegetación que si el estéril es de mayor tamaño.
Acelerar el proceso de recuperación
Paralelamente al desarrollo de la tesis, y en virtud de los resultados obtenidos, se han abierto nuevas líneas de investigación. Al muestrear las zonas mineras más antiguas, los investigadores observaron que cuando el matorral se establecía en las escombreras y había bosque cerca, los árboles de la zona lentamente lograban establecerse de forma natural.
La idea, tal y como apunta Carolina Martínez, es “tratar de comprender cómo la naturaleza realiza este proceso para intentar imitarla y acelerarlo”. La nueva línea de investigación se centra, pues, en estudiar la facilitación “leñosa-leñosa”, es decir, “cómo las leñosas arbustivas facilitan la proliferación de otras leñosas, en este caso árboles”.
En este sentido, han comprobado que la hidrosiembra contribuye al establecimiento de pastizales. El pastizal estabiliza bien el terreno y permite, si las especies introducidas no son agresivas, que las autóctonas de la zona vayan colonizándolo y aumentando su diversidad de manera natural. Al mayor número de herbáceas se suma así la llegada de matorrales, de forma que se termina pasando “de un pastizal a una formación de arbustos”.
El roble melojo y el albar
El paso final es la introducción de árboles. Las zonas mineras estudiadas están rodeadas de bosque compuesto por Quercus pyrenaica o rebollo y Quercus petraea o roble albar, esta última una especie muy interesante a efectos de conservación, ya que la zona investigada se encuentra en el límite Sur de su distribución mundial.
En esta nueva línea de trabajo está implicada la Escuela de Ingenierías Agrarias de Palencia colabora con el Área de Ecología de la Universidad de Salamanca. El proyecto, que está financiado por la Junta de Castilla y León y concluirá en 2012, engloba dos zonas afectadas por las actividades humanas: la dehesa charra, dedicada al pastoreo de ganado; y las minas de carbón ubicadas en el norte de la provincia de Palencia. En ambos casos se examinará el papel de los matorrales en la reforestación con especies del género Quercus.
Información útil para las empresas
En la actualidad las empresas que intervienen en la restauración de ecosistemas degradados no cuentan con una base científica para realizar su trabajo, sino que se basan en la fórmula acierto-error y emplean técnicas y especies que han funcionado en diferentes ambientes. Como sucede en otros campos, la transferencia de los resultados de la investigación hacia la empresa aún no se ha producido. “Faltan muchos datos de este tipo en España”, lamenta Carolina Martínez.
Por este motivo, uno de los propósitos de los científicos del Campus de Palencia es que la información obtenida sea útil para las empresas. “El objetivo final de la investigación es aplicado, aunque no sea de forma inmediata”, precisa la investigadora, quien añade que para las empresas restauradoras, “no es lo mismo añadir un metro de tierra vegetal o 50 centímetros”, por ejemplo, ya que pueden ahorrar costes.
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18 marzo 2011
Estudian la recuperación de ecosistemas afectados por la minería
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