26 junio 2011

Los medios de extinción de incendios forestales en la provincia de Albacete

visto en laverdad.es

La provincia de Albacete, no se caracteriza por ser una de las que más superficie forestal pierde a causa del fuego en nuestro país, sin embargo, todo el mundo recuerda el incendio de Yeste de 1994, en el que falleció una persona y se quemaron 12.500 hectáreas o el más reciente iniciado en el campo de maniobras de Chinchilla, que dejó 968 hectáreas calcinadas. Aunque los casos son puntuales, es necesario tener una maquinaria perfectamente engrasada, que evite que incendios como el que se produjo hace una semana en El Pozuelo y que acabó con 115 hectáreas de cereal quemadas terminen en una tragedia.
Por eso, la provincia de Albacete cuenta con un total de 650 profesionales que se dedican a vigilar nuestros bosques y terrenos agrícolas, para evitar que sean pasto de las llamas. De todos ellos, 140 somos funcionarios de la consejería de Agricultura y Medio Ambiente y los otros 510 pertenecen a la Empresa Pública de Gestión Medioambiental de Castilla-La Mancha (Geacam) o se trata de personal que ellos han contratado.
Coordinación
Todo el trabajo que desarrollan los retenes de la provincia, se coordina desde la Central de Operaciones Provincial (COP) de Albacete de Incendios forestales, ubicado en el Centro de Recuperación de Aves. Desde allí se coordina a 16 brigadas terrestres de doble turno, 21 camiones autobomba, 27 puestos de vigilancia (27 torres o casetas) y 18 patrullas móviles.
También son los encargados de ordenar la salida de los cuatro equipos de maquinaria pesada o de los vehículos especiales, como el nodriza que reabastece de agua a los camiones autobomba, los vehículos de montaje de puesto de mando y comunicaciones o la unidad móvil de meteorología y transmisiones.
Por último, también coordinan el trabajo de los medios aéreos (que cuentan con cuatro helicópteros aviones y tres brigadas helitransportadas), fundamentales en la extinción de los grandes incendios. Sin olvidar a los 41 mecánicos conductores del Sepei, que colaboran en estos trabajos gracias a un convenio con la Junta de Comunidades.
Además de encargarse de hacer más efectivo el trabajo de todos los medios de la provincia, también están conectados con el COP regional y con todos los provinciales, con lo que pueden movilizar a los medios más cercanos a un fuego, sean o no de la provincia.

Prevención
Aunque la época de alto riesgo de incendios comenzó el pasado 1 de junio y se extenderá hasta el próximo 30 de septiembre, el trabajo de estos profesionales se ha venido realizando durante todo el año, como explica el coordinador provincial técnico de Geacam. Francisco Luzón. «Es la primera vez que todo este personal trabaja durante todo el año, aunque otros años ya han estado trabajando en otros periodos que no son los de extinción. La labor que se hace, es una labor de prevención, realizan tratamientos selvícolas durante el invierno, basados básicamente en hacer áreas cortafuegos, de manera que nos sirva de cara al verano, para facilitar el trabajo de la extinción».
El que se trabaje todo el año es algo fundamental para la profesionalización de estos trabajadores, como explica Luzón. «Esto permite que tengan una formación continua y que sigan trabajando con las mismas herramientas con las que lo estarán haciendo en la extinción. Además permite que conozcan mejor los montes y la zona en la que trabajan. También sirve para fijar poblaciones en las zonas rurales».
Algo con lo que está de acuerdo el jefe de servicio de Medio Natural, José Luis Fernández López. «El monte tiene que estar preparado tanto en densidad, como en estructura de la vegetación, logrando que el fuego avance lo más despacio posible. Es importante para las comunicaciones y para tener áreas de defensa, en las que nosotros podamos hacernos fuertes para poder atacar un fuego y atajarlo. El trabajo de invierno es tan importante como el de verano».

El trabajo
Para detectar un incendio el operativo de extinción, cuenta con 27 puestos de vigilancia. Sonia Fernández Martínez, es la vigilante forestal de la torre del Alto del Hornillo (Carcelén) y pasa los días sobre una estructura metálica, suspendida a 20 metros del suelo, observando cualquier indicio de humo con sus prismáticos. «Desde aquí tenemos mucha visibilidad, en días claros podemos ver hasta partes de Albacete y nos metemos en provincia de Cuenca y Valencia».
Una vez que avista un posible incendio, Sonia cuenta con la denominada alidada, un aparato metálico, muy rudimentario, que le permite ver cuales son las coordenadas exactas del incendio, que transmite al COP, algo que ya hizo hace un par de años cuando se produjo el incendio del campo de maniobras.
Las torres pueden ser las primeras en avistar un incendio, pero también pueden hacerlo las patrullas, que hacen reconocimientos por sus demarcaciones, realizando una labor mixta de prevención, de detección y a la vez de primer ataque al incendio, ya que están compuestas de dos hombres que van en un todoterreno, con una carga de agua de 500 litros.
Cuando el COP recibe un aviso de una torre, de una patrulla o una llamada de teléfono de un vecino de la zona, el director técnico operativo provincial, Antonio Molina, observa en la pantalla de su ordenador que medio se encuentra más cerca del fuego y lo envía al lugar, además de coordinar al resto del operativo que sea necesario.
Normalmente, tanto las brigadas terrestres, como las helitransportadas suelen salir en despacho automático; es decir, que se ponen en marcha directamente, cuando un incendio se produce en su demarcación, que normalmente tiene un radio de actuación de 50 kilómetros.
Las brigadas terrestres como la de Almansa, cuentan con una patrulla de dos personas (un conductor y un ayudante), otro vehículo todoterreno que no lleva agua sino a otros siete profesionales y al jefe de zona y un camión autobomba con una capacidad de 3.500 litros de agua (con su conductor y su ayudante).

La helitransportada
Aunque los medios terrestres suelen llegar a los incendios con celeridad, suelen ser más rápidas las brigadas helitransportadas.
La brigada helitransportada de Carcelén, está formada por siete personas, el piloto, un mecánico, el operador de la emisora y personal de apoyo, además de un avioneta de extinción, que complementa el trabajo.
Cuando se produce un incendio los siete hombres se suben a toda velocidad al helicóptero y el piloto, que en este caso es Sergio Pérez busca al lugar, donde busca el sitio más idóneo para tomar tierra y dejar a la brigada. A su vez los siete hombres deben colocar el bambi del helicóptero (que es una cesta con una capacidad para coger 950 litros de agua), que se traslada rápidamente al punto más cercano con agua que le indique su GPS (generalmente balsas de riego) para descargarla en el incendio.
Por su parte la unidad en tierra trabaja con sus herramientas, creando pequeños cortafuegos.
La unidad helitransportada de Carcelén, cuenta con el apoyo de una avioneta, que tiene una carga de 3.000 litros, que puede soltar de golpe o en dos o tres veces, en función de la intensidad del fuego. ambos medios aéreos coordinados son muy efectivos».

Expectativas
El pasado año por estas fechas en la provincia de Albacete se habían quemado un total de 8,99 hectáreas. Hasta el pasado día 14 de junio en 2011 habían ardido 8,50 hectáreas, lo que suponía que las cifras eran mejores que las del año pasado, sin embargo, el incendio que se produjo hace una semana en El Pozuelo y que acabó con 115 hectáreas de cereal, ha hecho saltar las cifras.
Sin embargo esto no es algo que haya pillado por sorpresa al jefe de servicio de Medio Natural, José Luis Fernández López, ya que antes del incendio ya alertaba sobre la posibilidad de este tipo de fuegos. «Este es el típico año con fuertes lluvias de primavera, que generan grandes cantidades de pasto, entonces son años en los que hay que tener especial cuidado en la prevención junto a zonas agrícolas, en carreteras, en sitios donde hay tránsito de gente, ya desde los primeros calores del año. Son años en los que es muy fácil pegar fuego, porque el pasto arde enseguida y su capacidad de expansión y progreso es muy grande».
Sin embargo, lo que no es bueno para la zona agrícola, no tiene porque serlo para el monte. «El monte tiene una ventaja para nosotros, cuando hay fuertes lluvias, porque está más verde y los incendios progresan más despacio. Es un año en el que esperamos más incendios, pero en el que también esperamos tener más ventajas a la hora de la extinción. Va a haber más peligro en la zona rural que en la de monte. Normalmente estos años comienzan con los incendios de las cunetas, junto a carreteras o autovías, por defectos en los vehículos, que suelten alguna chispa», como podría haber sucedido en El Pozuelo.

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