Plecotus auritus autor: Jorge Martínez Huelves |
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Un nuevo estudio realizado sobre cráneos de murciélagos, que también mide la fuerza de sus mordiscos y analiza muestras fecales recogidas por un equipo internacional de biólogos evolucionistas, puede ayudar a resolver un acuciante cuestión de la evolución: ¿Por qué algunos grupos de animales desarrollan decenas de especies diferentes en el tiempo, mientras que otros evolucionan solo en unas pocas? Los investigadores creen tener la respuesta en el caso de los murciélagos, que, milagrosamente, se diversificaron en más de 200 especies en el Nuevo Mundo mientras los europeos apenas evolucionaron. La aparición de un nuevo recurso ecológico y cambios en el cráneo provocaron la diferencia. Sus hallazgos aparecen publicados en Actas de la Royal Society B: Biological Sciences.
Para responder a esta pregunta, científicos de las universidades de Massachusetts Amherst, de Stony Brook, de la de California en Los Ángeles y el Instituto Leibniz para la Investigación de la Vida Salvaje de Berlín, compilaron grandes cantidades de datos sobre la dieta, la fuerza de los mordiscos y la forma del cráneo de una familia de murciélagos del Nuevo Mundo, y documentaron los cambios en el ritmo de la evolución de sus características y el número de especies a lo largo del tiempo.
Investigaron por qué hay muchas más especies de murciélagos del Nuevo Mundo con hoja nasal -un pliegue o excrecencia cutáneos en el morro de algunos murciélagos-, cerca de 200, mientras que sus parientes más cercanos solo produjeron diez especies en el mismo período de tiempo. La mayoría de los murciélagos se alimentan de insectos, mientras que los murciélagos del Nuevo Mundo con hoja nasal comen néctar, frutas, ranas, lagartos e incluso sangre.
Miles de muestras fecales
Una hipótesis es que la evolución de un rasgo, como la forma de la cabeza, que da acceso a nuevos recursos, puede conducir a la rápida evolución de nuevas especies. «Si la disponibilidad de fruta dio la oportunidad ecológica de que, en presencia de innovaciones anatómicas que permitían comer la fruta, condujo a un aumento significativo en el nacimiento de nuevas especies, entonces la morfología del cráneo debe predecir la dieta y la fuerza de la mordedura», explican los responsables de la investigación. Para apoyar estas predicciones, analizaron miles de árboles genealógicos de más de 150 especies y más de 600 cráneos de murciélagos individuales de 85 especies; probaron la fuerza del mordisco en más de 500 murciélagos individuales de 39 especies y examinaron miles de muestras fecales para identificar las dietas de los murciélagos.
De esta forma, descubrieron que la aparición de una nueva forma del cráneo en los murciélagos con hoja nasal del Nuevo Mundo hace unos 15 millones de años llevó a la explosión de muchas especies nuevas de murciélagos. La nueva forma era un cráneo bajo y amplio que permitía incluso a los pequeños murciélagos producir el mordisco fuerte necesario para comer frutas duras. La tasa de nacimiento de nuevas especies se disparó cuando esta nueva forma evolucionó y este grupo de murciélagos aumentó rápidamente la proporción de fruta en su dieta.
«Este estudio llevado a cabo durante el Año Internacional del Murciélago es un claro ejemplo de cómo la evolución de nuevos rasgos, en este caso un cráneo con una nueva forma, permite a los animales el uso de nuevos recursos y, finalmente, evolucionar rápidamente en muchas especies nuevas», concluye Elizabeth Dumont, de la Universidad de Massachusetts Amherst.
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