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H. Jiménez / Burgos
El mundo ha cambiado radicalmente en el último medio siglo. Al menos el nuestro, en el que nos movemos a diario, el que condiciona nuestro modo de vida y el que nos proporciona el sustento. Desde mediados del siglo XX la sociedad burgalesa se ha urbanizado, ha abandonado masivamente el medio rural y, tras olvidarse de ella durante unas pocas décadas, ha recuperado finalmente una conciencia ecológica que le lleva a reparar el daño causado al medio ambiente.
En ese contexto, el de abandono de los pueblos, de la agricultura y la ganadería de subsistencia, y gracias también a notables campañas de repoblación, los árboles han sido los principales beneficiarios. Hay mucho más bosque que cuando nuestros abuelos lo necesitaban para subsistir. Todavía no hemos llegado al punto aquel en el que una ardilla podía cruzar la península de norte a sur sin tocar el suelo, pero ha habido incrementos notables.
Los expertos calculan que la superficie forestal de la provincia de Burgos se ha duplicado en los últimos 60 años, concretamente desde el llamado ‘vuelo Americano’ que el ejército estadounidense realizó entre los años 1956-1957 sobrevolando todo el territorio para obtener ortofotos y que ahora, tras la actualización de imágenes con nuevos vuelos que se realizan ya con medios nacionales, está sirviendo para el estudio y la comparación del medio físico.
El jefe del servicio territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en Burgos, Javier María García, es uno de los que ha estudiado las viejas fotografías y las compara con las nuevas para descubrir la evolución del paisaje. Hace ya unos cuantos años que desde su sección contactaron con el Centro Geográfico del Ejército y trabajaron en la digitalización de los negativos americanos hasta conseguir que la burgalesa sea la única provincia de la región que tiene la informatización completada.
Tras meses de estudio que están sirviendo para analizar múltiples variables paisajísticas pero también catastrales, y que son la base de varias tesis doctorales que ahora están en marcha, García expone una serie de conclusiones entre las que sobresale la estimación sobre la duplicación de la superficie forestal de la provincia.
No existen datos precisos sobre cuál era la masa de bosque en los años 50, pero ya en el primer Inventario Forestal Nacional realizado en 1969, cuando las migraciones del campo a la ciudad ya habían comenzado, se reflejaba una extensión de 294.725 hectáreas. El siguiente Inventario, en 1991, hablaba de 394.213. Y en 2007, de cuando data la última edición, la cifra había ascendido hasta los 475.799. En teoría ahora se debería estar elaborando la cuarta actualización de este estudio pormenorizado, pero las dificultades presupuestarias parecen haberlo retrasado y no hay fecha para su publicación. Siguiendo la evolución entre el segundo y el tercer inventario, cuando la superficie forestal se incrementó a razón de 5.000 hectáreas anuales, ahora podríamos estar rondando las 550.000. En efecto, serían aproximadamente el doble de las que habría en la década de los 50.
Las razones de este incremento, como explica el jefe de Medio Ambiente, hay que buscarlo principalmente en la transformación del modo de vida de la gran mayoría de la población. «Antes miles de familias vivían en los pueblos y tenían una economía de subsistencia basada en el consumo del medio natural». Cortaban leña para calentarse en invierno, talaban árboles para ganar terreno de cultivo o despejar las tierras que ya estaban trabajadas y dejaban al ganado pastando en el monte para que se alimentara de lo que el bosque les daba. Ahora esas prácticas son residuales. Quemamos petróleo o gas natural y apenas quedan animales desbrozando el monte. Y con ello los árboles han ganado mucho terreno. Tras la realización el anterior inventario los expertos en Medio Ambiente calculaban que el 60% de las hectáreas ganadas por el bosque en las pasadas décadas se debía a la regeneración natural. El 40% restante se debe a la acción del hombre, como el caso paradigmático del cinturón verde de la capital que ha desterrado las imágenes antiguas de los cerros pelados y ha proporcionado un anillo ecológico a la capital.
Habrá que esperar a las conclusiones del futuro Inventario, que debe servir para apuntalar tanto las estimaciones cuantitativas como el análisis cualitativo de estos cambios que pueden apreciarse perfectamente en algunas de las comparaciones fotográficas entre el vuelo americano y su repetición contemporánea.
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04 enero 2013
En 60 años se ha duplicado la superficie forestal en Burgos según estudio fotogramétrico del S. T. de Medio Ambiente
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