Artículo de opinión de Ángel Roldán Martínez, decano del Colegio de Ingenieros de Montes en Castilla-La Mancha, en conmemoración del Día Internacional de los Bosques que se celebra hoy:
Los bosques para la gente
Con estas palabras la ONU bautizaba el año internacional de los bosques en 2011. Hoy celebramos el primer Día Internacional de los Bosques queriendo acercar nuestros montes a la sociedad, tarea obligada para los profesionales forestales.
Hablar de nuestros montes quizá no sea la mejor manera de expresar que, a diferencia que lo que se suele decir o creer, los montes tienen un propietario, ya sea público o privado. Los montes de propiedad pública representan para la sociedad una forma de mejorar su calidad de vida, permitiendo a sus vecinos el aprovechamiento de sus productos, generando riqueza a aquellos que tienen negocios que de una u otra manera reciben bienes y servicios de éstos o simplemente permitiéndonos a todos el libre acceso al disfrute de la naturaleza de una manera responsable.
Mucho antes que el medioambiente se pusiera “de moda” en España, surgió a finales del siglo XIX, la primera figura de protección ambiental en nuestro país, el monte de utilidad pública. Un tipo de figura jurídica muy especial, que englobaba en un principio a aquellos montes que se salvaron de las desamortizaciones y sobre los que se pudo demostrar que tenían unos valores tan excepcionales que merecían su protección. A tal figura, después de 150 años, le tenemos que agradecer el poder seguir disfrutando libremente de nuestros montes, en una sociedad en la que hoy día hay que pagar por casi todo. Estos montes han ido aumentando en número con el paso de los años, formando actualmente el Catálogo de Montes de Utilidad Pública, un auténtico tesoro forestal. Este gran patrimonio nos asegura la recarga de los acuíferos, la defensa de nuestros cultivos y viviendas, evita la colmatación de embalses o nos defiende de inundaciones, entre otros, teniendo unos valores económicos incalculables.
Los Montes de Utilidad Pública constituyen los pocos lugares de libre acceso que nos quedan y que nos permiten acercarnos a la naturaleza en estado puro. Hoy en día, en estos difíciles momentos económicos y sociales, las administraciones públicas presumen de su patrimonio forestal público, porque quizás sean la única fuente de empleo de un medio rural con grandes deficiencias y falta de oportunidades: el aprovechamiento de leñas, biomasa forestal, caza, pesca, madera, setas, corcho, resina o simplemente poder pasear por ellos libremente, es algo que fija a la población rural y la hace sostenible, algo que tiene un precio difícil de calcular.
Las ventas producidas en la desamortización fueron tan desastrosas para la sociedad que las administraciones forestales han centrado grandes esfuerzos en incorporar montes a su Catálogo, comprando propiedades o liquidando los consorcios de repoblación que aún existen. Por ejemplo, en Castilla- La Mancha desde el año 1901 hasta el año 2007, se han incorporado 229.000 hectáreas de Montes de Utilidad Pública. Una trayectoria que se ha mantenido según los principios de la Estrategia Forestal de la Unión Europea y de la Estrategia Forestal Española. Aún con especial dedicación y grandes esfuerzos, sólo un 5% de la superficie forestal en esta Comunidad tiene como titular a la Administración Regional. Este es un hecho que debe motivar a la Administración Autonómica a aumentar su porcentaje, para poder mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, al igual que otras Comunidades Autónomas o la mayoría de los países europeos realizan.
Actualmente las leyes de protección ambientales, principalmente las leyes autonómicas y nacional de Montes, tienen grandes restricciones que impiden poder arrasar con las masas forestales, tal y como ocurrió en el siglo XIX. Pero esta no es la cuestión que estos días se debate en muchos foros, incluso en las Cortes Regionales de Castilla-La Mancha, ante la posible venta de montes públicos, ya que sabemos que los propietarios cumplirán la ley, porque ésta es igual para todos. Tampoco el debate está en si la gestión privada es la mejor que la pública, todo el respeto a los propietarios que cuidarán sus terrenos lo mejor que puedan o que sepan. Que los montes estén abandonados o infrautilizados, es una cuestión de usos, rentabilidades o preferencias y porque no todos los montes deben ser rentables en términos exclusivamente financieros y de ahí también deriva el concepto de utilidad pública.
El verdadero debate se centra en lo que supondría la pérdida de un bien público que pasa a manos privadas para siempre, en la venta de un patrimonio natural que todos disfrutamos y que en algunos casos es la única fuente de empleo que algunos ayuntamientos pueden ofrecer a sus vecinos. Gracias a estos montes muchos consistorios reciben fondos europeos para emplear a sus vecinos en la realización de tratamientos selvícolas, para mejorar la comercialización de los productos del monte o en ofrecer a sus paseantes un bien natural que indirectamente le repercute ingresos en sus los negocios de su localidad: casas rurales, restaurantes o empresas de aventura, entre otros.
En términos estrictamente financieros tal vez estos Montes de Utilidad Pública no son rentables, ni deben de serlo en muchos casos, porque nos ofrecen servicios que no se incluyen en la contabilidad tradicional pero que son muy valiosos socialmente.
La administración forestal, como responsable en la gestión de estos montes, tiene la obligación de buscar fórmulas que aseguren rentas a través de la venta de sus productos o bien mediante ingresos por los servicios ambientales que estos producen. La gestión forestal pública se ha demostrado como la más adecuada para la conservación de los hábitats, los ecosistemas y la biodiversidad que los bosques ibéricos tienen el privilegio de disfrutar.
A nadie se le ocurriría vender un patrimonio cultural de gran valor como las obras de arte de Museo del Prado o edificios históricos singulares por muy infrautilizados que estuvieran.
Este Día Forestal Mundial debe de llevarnos a lo local, a la vida de cada vecino, a la vida de cada uno de nuestros antepasados que se ganó la vida con el monte, a exigir a los propietarios de los montes públicos inversión, gestión y compromiso con nuestros bosques del siglo XXI, que como bien público, todos disfrutamos. Gestionar los montes mediante su aprovechamiento sostenible, es básico para tener cada día montes mejor preparados ante los incendios, las plagas y el cambio climático. Renovar nuestros bosques envejecidos ante la falta de tratamientos selvícolas, obtener productos de mejor calidad y competitivos en los mercados con rentas anuales continuas que aseguren trabajo a las empresas del sector forestal en la región y a sus trabajadores, es la clave para la conservación de nuestros montes y nuestros pueblos.
Ángel Roldán MartínezDecano del Colegio de Ingenieros de Montes en Castilla-La Mancha
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