El resumen de intervenciones en incendios del Magrama el pasado 25 de junio lo deja claro: “0 intervenciones en este día”. Algo totalmente inusual en esta época del año. Después de la tempestad viene la calma, podríamos decir en este comienzo de verano. Tras un 2012 con consecuencias catastróficas para nuestro entorno forestal, las condiciones meteorológicas parecen querer darnos algo de tranquilidad a la sociedad, a la naturaleza y, desde luego, a la economía en 2013. Al menos de momento. “Lo cierto es que esa tregua que nos ha concedido el fuego durante los seis primeros meses del año son un alivio para las poblaciones ubicadas junto a nuestros montes, para las administraciones y para las brigadas encargadas de luchar contra el fuego”, recuerda Carlos del Álamo, Decano del Colegio de Ingenieros de Montes.
La gran cantidad de lluvia caída durante el otoño y la primavera y las nevadas inusuales han generado, sin duda, una mayor cantidad de herbáceas en nuestros montes que en condiciones adversas pueden ser detonantes de grandes incendios. La realidad, sin embargo, es que con temperaturas suaves como las que hemos disfrutado hasta hoy, esa humedad extra ha beneficiado, y mucho, al entorno natural de nuestro país, sometido a un elevado estrés hídrico durante el año pasado: “Las primaveras húmedas son siempre beneficiosas para la vegetación forestal. El monte mediterráneo está cónicamente sediento”, mantiene Ricardo Vélez, que fue durante años Jefe del Área de defensa contra Incendios del Ministerio de Medio Ambiente y es portavoz del Colegio de Ingenieros de Montes. “No podemos quejarnos nunca de la lluvia; el suelo y la vegetación acumulan agua, lo que retrasa el momento en que la inflamabilidad se incrementa por el calor. Es normal que tras un periodo lluvioso el riesgo se retrase, pero eso no significa que podamos bajar la guardia. Los vientos secos pueden aparecer cuando menos nos convenga”.
Un 80% menos de siniestros en los primeros meses del año
Las cifras sobre el bajo número de incendios forestales producidos entre enero y junio de 2013 son esperanzadoras, aunque debemos ser cautos: “No hay duda de que el resumen de esta temporada de alto riesgo será mejor que el de 2012. Superar el mes de junio con temperaturas inusualmente suaves es una ventaja frente al fuego, y frente a los incendiarios, pero el riesgo nunca desaparece, y con las temperaturas de julio y agosto, que serán seguro más altas, y con mayor sequedad en el ambiente, hay que estar en alerta máxima para evitar que cualquier conato de incendio se convierta en un desastre para el monte”, advierte el decano. A pesar de esas condiciones meteorológicas el Colegio de Ingenieros de Montes defiende la necesidad de mantener los medios de prevención y de extinción. “Lo prudente –defiende Ricardo Vélez- es no reducir ni acciones de prevención ni medios de extinción. Las noticias que nos llegan nos indican que hay una especial reducción en prevención, y eso es preocupante”.
Prácticamente un 80% menos de siniestros frente al mismo periodo del año anterior (1 de enero al 31 de mayo, y en cifras según el MAGRAMA) es un dato que no se ha repetido en el último decenio. 1.831 siniestros totales entre el 1 de enero y el 31 de mayo de este año frente a los 8.693 que en 2012 ya nos anunciaban el desastre medioambiental que se avecinaba. De esos 1.831 sólo 624 han superado la hectárea de extensión gracias a la rápida actuación de los medios de extinción y a las favorables condiciones meteorológicas.
Ni siquiera el año 2007, muy inferior en cuanto a incendios forestales comparado con otros años, se acerca a los datos de estos primeros meses de 2013. Entonces se produjeron 3.140 siniestros frente a los menos de dos mil de este año. A pesar del riesgo a que se produzcan en nuestros bosques grandes incendios forestales es sin duda elevado, de momento sólo tenemos que lamentar 1 producido en los primeros meses de 2013, frente a los 10 que en estas mismas fechas ya se habían producido hace un año.
La ausencia de incendios notables y las lluvias constantes han contribuido a una cierta regeneración del monte: las semillas se habrán visto favorecidas por el agua, aunque la regeneración depende de factores como el estado del suelo, afirma el Colegio de Ingenieros de Montes. Si se pudo retirar la vegetación quemada, ello habrá contribuido a remover el suelo en el que habrán podido germinar bien las semillas. Esa regeneración depende en gran parte del tipo de ecosistema del que se trate: los pastizales se regeneran prácticamente de un año para otro; los matorrales suelen recuperar su estado anterior al incendio en cuatro o cinco años; la mayoría de las especies de nuestros montes arbolados necesitan décadas.
Aprovechar la Biomasa forestal
Habrá que esperar a que suban las temperaturas para valorar los efectos de los inevitables recortes que se han producido en gestión y conservación y en prevención en los montes. “Con una situación de ajuste en cuanto a conservación y prevención, es necesario apostar por la explotación de la biomasa forestal”, defiende Del Alamo. “Además de contribuir a la lucha contra los incendios forestales, genera energía renovable, y desde luego, genera beneficios económicos”. El aprovechamiento energético de la biomasa forestal repercute positivamente en nuestros montes, que están así más cuidados, con vías de acceso más limpias que pueden actuar como cortafuegos y definitivamente, con una carga menor de combustible forestal por hectárea, que hará que en caso de incendio el impacto del mismo sean mucho menores. Lamentando que a día de hoy continúe la paralización de los incentivos a las energías renovables, recuerda que de cumplirse los objetivos del Plan de Energías Renovables “podría haber un balance positivo para las arcas públicas”. El decano considera que es imprescindible una liberalización del intervencionismo forestal que permita llevar a cabo una buena gestión forestal”.
Las escasas condenas a los incendiarios
El código penal prevé en la actualidad penas de hasta 20 años de cárcel por este tipo de delitos, “una condena realmente fuerte”, reconoce Ricardo Vélez. El problema es la aplicación de las mismas. Tanto la Guardería Forestal como la Guardia Civil han avanzado mucho en cuanto a la investigación de indicios aplicando el método de las evidencias físicas, pero “causa no es sinónimo de causante”. Para poder acusar a una persona es preciso poder demostrar que estaba allí, que inició el fuego. Y ello se consigue en un contado número de casos solamente-. “Que los incendiarios no sean castigados no es cuestión de la ley, sino de la dificultad de la aplicación de la misma”.
Fuente: Colegio de ingenieros de montes
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01 julio 2013
No hay que bajar la guardia ante #incendiosforestales #iiff
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